CAPITÁN GALAXIA, por Germán Cáceres
HUMOR A LA ISLANDESA, por Germán Cáceres
¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…! Arte y guión: Alberto Breccia. Por Germán Cáceres
PATAGONIA Tierra adentro de Alejandro Aguado, por Germán Cáceres
LA BROMA ASESINA (CONTINUACIÓN) Por Germán Cáceres
Murió Juan Gimenez (1963-2020)
CIRUELO, CIUDADANO ILUSTRE DE DRAGONLAND, por Germán Cáceres y A. Aguado
Ciruelo en 2019 en su estudio de Sitges, España. |
Ilustraciones de tapas de Ciruelo, en sus comienzos, en los años 80 y 90. |
Ilustraciones de tapa de Ciruelo para la revista Fierro de La Urraca, en los 80. |
Ciruelo en 2018 en Dragoncon, Atlanta, EEUU y en la Feria Internacional del libro de Buenos Aires. |
Tapas de algunos de sus libros en español. |
Ciruelo y su stand en los festivales de Lucca en Italia y Angouleme en Francia. |
Calendario ilustrados por Ciruelo, en Alemania. |
CORAZONES DESATADOS de Jorge Fernández Díaz. Ilustraciones de Liniers. Por Germán Cáceres
DIARIO DE UN HIJO de Tute, por Germán Cáceres
Libro de FANZINES, Por Germán Cáceres
Entrevista a Carlos Nine, por Jorge Boccanera
Aclaración: la siguiente entrevista a Carlos Nine (1944-2016) apareció en 2006 en el libro de Jorge Boccanera Entrelíneas 2, y fue replicada con algunos cambios un año después en el número 4 de la revista Nómada (Universidad Nacional de San Martín), bajo el título: “Nine, criaturas a cuerda”.
Entrevista a Carlos Nine: bestiario con alma de barro
Por Jorge Boccanera
Nine arma sus esculturas en movimiento con hilachas de la realidad. Así, logra radiografíar el alma de los objetos y los engranajes de sus protagonistas: muñecas fugadas de una caja de música, caballeros de galera atornillados a una base de pieza de ajedrez, objetos metálicos con alas y pechos sensuales, animales de mazapán dando brazadas en un mundo plano. Nine escarba el maquillaje hasta dar con la esencia; ese núcleo en ebullición donde todo se metamorfosea. La osamenta de sus personajes va amasada con yeso, carbonillas, cartón, pegamento y barro coloreado, igual que los pájaros construyendo su nido con musgo, pelusa vegetal, fibras, raíces y astillas de corteza. “¿Acaso el viejo Breccia y Berni no trabajaban con papeles y trapo?”, afirma interrogando.
Su bestiario va de lo fantástico a lo grotesco en una metamorfosis continua de formas que se resuelven en un estilo que lo identifica plenamente, pero no lo encasilla. La crítica, para referirse a su obra, desliza algunas vecindades -Goya, Kafka, Doré- y arrima estos conceptos: “rudo grafismo”, “imagen esperpéntica” y “decorados surrealistas”.
En verdad Nine, historietista e ilustrador nacido en Haedo en 1944, es un hacedor de texturas: tras la banda de música, sus personajes gelatinosos entran y salen de la escenografía barroca del carnaval y dicen presente en los libros Fantagás, Keko el mago, Gesta Dei, Saubon, el pato que amaba a las gallinas y, el último que editó, Pampa. Trabajos suyos han aparecido, entre otras revistas, en Fierro, Il Grifo, Comic art, Blue y Humi(Argentina), L’Echo des Savannes(Francia), la alemana U-comix, Zona 84, de España, y la norteamericana Heavy Metal.
Foto tomada en su estudio
El amplio bestiario creado por el ilustrador Carlos Nine, donde muñequitas fatales exhiben sueños mecánicos y magos del absurdo viajan sobre juguetes a cuerda, se prolonga a la gauchesca en su último libro, Pampa, historia en tres tomos publicada por la editorial francesa Dargaud.
La génesis de este nuevo trabajo realizado junto al guionista Jorge Zentner la cuenta Nine: “La concebimos con Zentner, entrerriano que vive en Barcelona, cuando fuimos invitados a participar en el salón del comic de La Coruña, celebrado todos los años en ése puerto gallego y tiene mucho prestigio; el alcalde de la ciudad es fanático del género y lo hace a lo grande. Un día, paseando por la costa caímos en la cuenta de que en Francia, mercado para el cual ambos trabajábamos independientemente, no tenían la menor idea de qué cosa era un gaucho, aunque los especialistas habían visto fotos de un Gardel vistiendo de paisano dominguero; otras referencia eran las películas de Valentino disfrazado de gaucho-chulo de utilería”.
Los hilos argumentales de Pampa -que reúne en un escenario criollo una fauna fantástica de seres sobrenaturales, mitos y creencias de la llanura- descansa en la historia de un cuchillo: “Hay un facón que pasa de mano en mano dejando un reguero de sangre, hasta romper el hechizo de una india violada transformada en luna ‘mala’, con el mero acto de arrojarlo al fondo de un aljibe para astillar allí el reflejo espectral del satélite-mujer. Hay de todo: muertos que salen de sus tumbas y galopan descarnados buscando venganza, hijos transformados en lobizones, etc. Pero el objeto fetiche que hilvana todas las historias es el facón. Un folletín a la manera de José María Gutiérrez”.
Pampa está por aparecer como libro de regalo para las fiestas con textos introductorios adicionales: “Sí –completa Nine- una sintética historia de la pintura argentina que escribí referida al tema gauchesco y otro texto reseñando nuestra literatura sobre el tema, en especial la del siglo XIX, sin olvidar el circo de los hermanos Podestá y los almanaques de Molina Campos”.
Un punto fuerte de Nine ha sido otro de sus libros publicados en Grancia, Saubon, el pato que amaba a las gallinas, que recibió el premio “Alph Art” por guión y dibujo al mejor trabajo extranjero en el festival de historietas más importante de Europa, celebrado en Angouleme, Francia. Publicado en bello formato, el libro agotó varias ediciones y está el proyecto de que aparezca en Argentina en el sello propio de Nine:El Yeite Ilustrado.
La génesis del pato se remonta al año 1989, cuando apareció en una laguna, precisamente la que se le hizo al autor mientras dibujaba para las páginas de la revista Fierro: “Yo publicaba “Keko el Mago”, y como había llegado a un momento en que no sabía por dónde agarrar, inventé ese patito que tiene una novia oficial, una gallina estéril que pone huevos huecos; de modo que existe una situación de histeria entre ambos. Además, el pato tiene ideas de izquierda, es un intelectual”.
Saubon, el pato que amaba a las gallinas, definido por su autor como “un culebrón protagonizado por animales”, se hizo con el premio francés tras ser votado por un jurado compuesto por nueve mujeres: “Es extraño, pensé que como el pato está todo el tiempo haciendo el amor con todo tipo de hembras –chanchas, gatas, vacas, gallinas, amas de casa, incluso hace el amor con objetos, con una rosquilla de harina- podían interpretarlo como algo machista, pero no fue así”.
Sucede que Saubon, resulta irresistible a las mujeres; conversan con él y quedan seducidas por el personaje que se asemeja al argentino medio de hoy. Y si estar “pato” en la jerga callejera es estar sin dinero; este pato es un desocupado que apenas cumple trabajos informales. Por si fuera poco, tiene problemas de identidad: “Yo quería hacer un desdichado que a pesar de todo mantiene coherencia ideológica, sabe que hay que modificar las cosas, no se arrepiente de lo que fue y trata de sobrevivir, y junta su ideología con un desbordado erotismo”.
Y sigue Nine en la trama de este “patito” con por novia tiene una gallina estéril que pone huevos vacíos: “El pato fue de izquierda, intelectual. Ahora es un desocupado, esto tiene que ver con el argentino de hoy. Quise hacer un desdichado que pese a todo mantiene coherencia ideológica, sabe qué hay que modificar, y trata de sobrevivir. Quiere agregarle a su marxismo, erotismo, para que entre de otra manera. No es solidario, es violento. Hay una escena donde un vendedor de gasolina vuelve a la casa y lo sorprende. El pato que llegó a la casa como vendedor de cepillos y acababa de hacer el amor con la esposa del tipo, comete el error de esconderse en el horno de la cocina apagada. Le viene la memoria genética de los patos asados, le da un sofocón y sale. Lo pesca el marido engañado y se agarran a trompadas toda noche, y mientras se golpean él explica el tema de la lucha de clases. A la mañana siguiente la mujer que escuchó toda la pelea, los abraza y le dice al marido: ‘comprale un cepillo’”.
Aunque premiado y con éxito de venta en el exterior, el libro no ha salido aún en Argentina debido –explica Nine- al deterioro del mercado: “Teníamos un lector de historieta, un público propio, mientras que en otros países como Brasil están tratando de crearlo. Hoy, ese público no tiene poder adquisitivo y dentro de diez años se va a perder”. En esa dirección, agrega: “Al lector hay que ponerle problemas, exigirle. Quiero que sepa que hay maneras más complejas de contar”.
Sobre la etiqueta remanida de “absurdo” adosada a situaciones supuestamente de cabeza, apunta su desacuerdo: “Con eso se pone en tela de juicio la normalidad. ¿Pero cuál es esa normalidad? Como si fuera fácil evaluar y decidir qué cosa es absurdo, o es real. Para mí sería normal ver un pato del brazo de una mujer. Si Leda y el Cisne de la mitología griega existen, yo me basé en el mito griego”.
Otro libro de Nine que circula por Francia es Gesta Dei (Los trabajos de Dios) que, en forma de enciclopedia recopila ilustraciones publicadas en distintos diarios: “Me fascina la ilusión que tiene un lector de enciclopedia de acceder al conocimiento; es como un sortilegio. Tenerlas tranquiliza. Yo, en cambio, de esas lecturas salía cada vez más confuso, por lo que intenté hacer en Le Monde, Clarín, La Nación, un paquetazo, y los armé como si vos en lugar de una lectura normal, abrís la página sesenta y pico y ves un título y aprendés a leer imágenes porque le agregás el significado. En una se ven edificios rotos (esto se publicó a fines del 2000, principios del 2001); productos de una pequeña explosión, el humito negro; una de las viñetitas es un avioncito. La página se llama ‘16 Vistas de Nueva York’. Y ahí tenés no lo que ocurrió, sino lo que iba a venir”.
Inicios: la tiza, la orquesta
Todo Nine es una mano dejando manchas donde pisa; es un niño que no puede dejar de garabatearlo todo: “Yo dibujaba todo el tiempo en el cuaderno, en el pizarrón. Siempre fui lector de historietas mi viejo me compraba algunas. Precozmente, advertía diferencias de estilo. Mi vida cultural –bien clase media argentina- se armaba con algo de cine y mucho de los libros de la colección Robin Hood y Billiken. Pero además el mundo del tango, que atravesaba los pasillos de mi casa, la casa de mis viejos María y Julio. El dibujo entra más que como juego, como algo irreprimible. Mi Viejo, que me alentó bastante, se hartó; me decía que tenía que jugar a la pelota, que no podía pasar todo el tiempo dibujando. Pero yo estaba obsesionado. Mi viejo era violinista en una orquesta de tango; esos bailes de noche que eran una cosa prohibida para otros, eran para mí. Cuando falleció mi papá, entré a trabajar en una imprenta en La Boca. Él, que era terriblemente antiperonista, trabajó en unas diez orquestas, una de ellas, la de los hermanos Perona. Yo le decía: ‘viste, Dios te castiga’”.
El niño devora revistas y bolsas de pasas de uva en la azotea, refugiado dentro de un enorme paraguas viejo. Escucha la voz de Robinson Crusoe que desde una revista le habla del valor nutritivo de las pasas de uva: “Era fácil acceder a esa fantasía. Y a la aventura que eraesa para mí, la de Crusoe. Nunca me interesó la ciencia ficción. ¿Qué me vas a hablar a mí, sudamericano, de los rayos catódicos? Uno se puede ver como un detective, pero lo otro no. Es un mundo desolado en el que no podía entrar. En cambio leí 20 veces Robinson Crusoe; me interesaba cómo hace un tipo para sobrevivir”.
Nine respira tango, escucha piezas perdidas que le acercan los coleccionistas, quizá traslada una sonoridad a sus carbonillas, a sus acuarelas, un movimiento de cortes y quebradas a sus masillas: “En Keko el magoincluí tres tangos. Keko deja de actuar y viene un tango, como una comedia musical en historieta. Ahí aparecen dibujados algunos músicos; de hecho el compañero de Keko es Gelatina, un gordo que toca el bandoneón y que es igual a Troilo cuando era chiquito. Keko lo encuentra en una canastita: el viejo fuelle abandonado…”. Sobre la pinta de sus personajes, como salidos de una letra de tango, arguye: “Como vestidos de otra época, sí. Yo los visto como en los años 30, que es una moda que me gusta, me da posibilidades de dibujar. Si vos tenés un tipo con sombrero de paja, chaleco y clavel, con gabardina y bastón, lo tenés que dibujar. Yo colecciono fotos de esa época, y las uso como inspiración. Keko es un tipo muy bien vestido, la madre es una teta directamente. recuerdo que una vez se me acercó una chica y me: ‘usted dibuja en lunfardo’”.
Nine habla entusiasmado de otro proyecto que lo tiene en vilo: un mural para el subterráneo a realizarse el año próximo y que tiene como tema una de sus pasiones: el tango. Por esa vía pasa uno de sus últimos trabajos, para el que debió ilustrar la estación de subterráneos “Osvaldo Fresedo”, entre Jujuy y Venezuela, por invitación de Hermenegildo Sabat: “estoy esperando que se inaugure la línea H de subterráneos, que unirá el norte y el sur de la ciudad por debajo de la avenida Pueyrredón y su continuación, Jujuy. Cada estación está dedicada a un personaje famoso del mundo del tango. Me tocó Fresedo; irán dos murales muy grandes sobre las bocas de los dos túneles y otros seis de diferentes tamaños, a los costados. Estoy muy entusiasmado con esto, no sólo por mi fanatismo con el tango, sino porque es además la primera línea de metro de consagración temática referida a una manifestación artística, del mundo”.
Cuando la palabra “grotesco” como un modo de conceptualizar su obra, se le acerca, exclama: “Lo que yo hago no son grotescos. Es normal. Vivo inmerso en lo grotesco, es donde estamos viviendo. A los franceses les encanta, se olvidaron que tuvieron un pasado grotesco. La bestialización o el subrayado de alguna característica, está también en mucha letra de tango. Cuando me preguntan en Europa qué es el tango, les digo: ‘Hay un montón de huérfanos en una playa que acaban de naufragar; empiezan a juntar palitos para hacer un fueguito y calentarse las manos. Se viene la noche y tienen la ropa mojada. Eso, es el tango’”.
Un realizador de texturas
Nine es un hacedor de texturas. Sus personajes gelatinosos se mueven en una escenografía a ratos barroca. Surgen, según el artista, de unos pocos objetos y una “manual de ideas”: “Yo empiezo por objetos -dice-. Tengo un dado, una silla, un mono y un camino que se pierde; bueno, algo tiene salir de combinarlos. Y tengo mi manual de ideas, llevo 4 tomos; son dibujos que hago mientras estoy hablando por teléfono o en estado de ocio, y que recorto y pego en ese libro. Esos garabatos que forman una enciclopedia para saber quién soy, me permiten saber también por dónde andan mis pensamientos, mis ideas. Es un diccionario de mi persona. Algunos de mis libros publicados partió de garabatos que guardé, transformé en personajes y envolví en una trama”.
Para la puesta en escena de sus personajes, el historietista debe manejar elementos de luz y sombra, lo que da mayor –puntualiza- verosimilutud. Y comenta su deseo de hacer muñequitos e iluminarlos como en el teatro: “A mí me volvió loco el cine mudo, donde todo funcionaba con a luz de sol; armaban los decorados, ponían una tela blanca para tamizar y eso era la luz. Me interesó mucho la iluminación y cuando trabajo con mis muñecos uso una luz cenital.
Una consigna posible de su trabajo -todo bicho camina va a parar a su atelier- podría sintetizar una labor que en la que el ilustrador se prolonga en escultor y artesano:
“Esa historieta la inicia el viejo Alberto Breccia –comenta como develando- que hacía originales con maderitas, es un avanzado, un artista plástico. Yo trabajo con varios elementos. Ahora estoy haciéndolo con un material sintético, una masilla maleable que cuando seca da una cosa marfilina. Obliga a trabajar rápido para plantar la idea; después uso tornos y gubias. Lo manual me quedó de mi Viejo, que además de violinista era zapatero, hacía botas finas, a medida Para mí no hay espectáculo más maravilloso que la mano de un tipo manejando una herramienta. Yo veía su mano llena de nudos, venosa, y la habilidad para utilizar esas herramientas gastadas”.
Sobre un estilo de “grafismo mellado” que le adjudican algunos críticos, explica que viene por Saubom: “Que como lo hice con pluma, hay momentos de trabajo exasperado, escenas eróticas. Los cuadros se van oscureciendo, llenando de rayas, hasta que en las sombras se ven dos cuerpos, el del pato y el de una mina. Y ahí aprovecho para cargar mucho los cuadros hasta que se vuelven abstractos. Visualmente, ese montón de sombras, insinúan”.
Al hablar de vecindades aparecen varios nombres. Sobre Doré, comenta: “Claro, es un gran ilustrador francés, y como yo utilizo una forma de dibujar que es un poco como antigua, me lo nombran. Trabajo con plumas, trazos gruesos y finos, muchas rayas, sombreado; es difícil hacerlo con la pluma”. Sobre Dalí, es categórico: “Como pintor me parece relamido, es un pícaro”. Y tras autocalificarse –guiño por medio- de “renacentista, salvando las distancias”, teniendo en cuenta el cruce de elementos utilizados y sus trabajos inclasificables, entra de nuevo a la anécdota: “Descubrí hace tiempo a Julio González, un escultor catalán del que Picasso sacó mucho. Lo de Picasso era armar y volver a construir, vale decir: un espíritu de riesgo. Eso me lo explicó un tío mío que no era dibujante, sino bandoneonista y ferroviario. Lo visité después de mucho tiempo y hablamos del fueye. Yo era adolescente y lo tenía por un tipo conservador. Le hablaba de Troilo y me respondía sin entusiasmo. Lo increpé: ‘¿Qué, no te gusta Troilo?’. ‘No, sí, cómo no me va a gustar? –me dijo- pero no arriesga. Piazzolla sí’. Él me hizo escuchar a Rovira. El mensaje era ése: hay que arriesgar; la sensación de que estás corriendo peligro no te la quita nadie. Si no, te jubilás”. Y en esa línea pone a Bruneleschi, arquitecto, pintor y matemático, que construyó el famoso techo circular sin soportes de la Basílica de Florencia: “Era un genio. Y no hablemos de Leonardo que era un poco el paradigma, esos tipos sabían de cocina, de geometría, de arquitectura”.
Y hablando de influencias y cercanías –también se suele mencionar a Kafka en referencia a su trabajo- Nine dice sentirse próximo a los escritores Boris Vian, Felisberto Hernández, Oliverio Girondo y Roberto Arlt: “son nombres obligados. Cuando descubrí a Vian me volví loco, tengo todos sus libros, hasta guiones, me encanta su forma de escribir. Es crítico de jazz, traductor, músico, cantante, compositor. En el estantito de Vian tengo a Felisberto Hernández y a Girondo, que nunca se pone viejo, no se arruga. Pero Arlt es el capo de los escritores argentinos. Siento una proximidad muy grande con las visiones que tenía el Bosco, y quien vio su pintura, que remite a simultaneidad de situaciones caóticas, encuentra a Arlt”.
En la lista de gustos hay ilustradores como el citado Breccia, pero también el Oski “irreverente”, y Berni: “El primero, un desacralizador de enciclopedias, muy buen dibujante. Berni es el primer pintor que hizo una serie con nombres, como si fueran personajes de historietas, yo digo que él hace historieta”. Breccia y Osky eran muy amigos, compartían alcoholes. Estuvieron cuatro días en pedo en un hotel de Venecia; cuando despertaban querían mear en el guardarropa. Eran dos duros, de código duro. Si tenían ganas de destruirte y te veían muy hinchapelotas…vea maestro...te daban”.
Entre los duetos que debió integrar, aparece Alejandro Dolina, a quien le ilustró varios libros en un trabajo sustentado en un diálogo fluido: “Primero fue en Humor, luego en sus libros. Me contaba por teléfono –yo lo llamaba temprano, él estaba recién levantado- cuál era más o menos el tema que estaba escribiendo, me daba ideas deshilachadas. Luego nos juntábamos, él con las hojas mecanografiadas y yo con mi dibujo, a ver si coincidíamos. Y todo encajaba muy bien. Era muy interesante, como cuando Homero Manzi componía por teléfono. Pasado el tiempo, en el curso de una entrevista Dolina dijo que analizando mis dibujos había visto allí gérmenes de cuentos futuros”.
Desdoblarse en dibujante y guionista
Historietista de raza, pero definido en los cruces culturales sin anclaje de modas, se pone serio cuando expresa sus búsquedas estéticas, sus obsesiones: “A veces veo el sistema de hacer historietas de estados Unidos donde a la letra H la firman el guionista, el que hizo el lápiz, el entintador, el letrista…bueno, hay siete oficios para hacer una H. En mi adolescencia me agarró una crisis porque quería entrar en el arte importante, y cuando entro en la academia y empiezo a convivir con gente que estudia plástica me doy cuenta que son insufribles, pedantes, napoleónicos, ambiciosos. Como esto no era lo que yo pensaba, vuelvo entonces a la historieta, pero con el bagaje del tipo que estudió pintura. Trato de cultivar al lector, pretendo hacer formas dignas de arte, quiero que sepa que hay manera más complejas de contar”.
Planteado el interrogante de si el mundo de la imagen virtual podría desplazar a un lector habituado a los códigos de la página ilustrada, asiente: “Sí, lo modificó bastante. El público de la imagen electrónica es más ansioso, no digiere matices, quiere estímulos rápidos y fuertes. Un lector auténtico de historietas, puede avanzar y retroceder en el relato, advertir que el dibujante hizo algo gestual para subrayar algo; hay un clima que no está dado por el movimiento. De pibe leía la revista Puño fuerte que traía una historieta, “Laredo, ranger de Texas”, hecha por un norteamericano con un dibujo absolutamente económico, telegráfico. El personaje casi ni habla, son todos climas. Los argumentos eran todos visuales, eso es la historieta”.
Nine es en verdad una dupla, dibujante y guionista a la vez: “Empiezo a escribir con las primeras historietas. Como no me gustaba los guiones que me proponían, dije ‘los voy a hacer yo’; y al intentarlo me di cuenta de que minimamente ‘tenés que escribir’. Se me ocurría la idea pero tenía dificultades al trasladarla; fui ejercitando y le encontré la vuelta. La crítica del pato está más que nada referidas al texto, porque premian guión y dibujo. Dicen que este personaje tiene una capacidad simultánea de transmisión de ideas; llamativa, porque el tipo cambia permanentemente de tema, es charlatán. En esto del guionista y el dibujante hay un tercer personaje que a veces tiene que mediar y es el director de arte que llevo adentro. Es un método esquizofrénico”.
Entre los trabajos últimos de Nine, hay una historia gótica Donjon(“Mazmorra”), publicada en España con personajes que viven en catacumbas, y la ilustración de un cuento del danés Christian Andersen para una editorial de Taiwán: “Se trata del libro ‘La Vendedora de Fósforos’, de Andersen, bellamente escrito y que pertenece a sus textos ‘desgarradores’. El personaje es una nena que muere congelada; era una época dura y Andersen quería despertar conciencia sobre la orfandad y la miseria de los pibes”. Y entre sus proyectos se cuentaun segundo libro del pato y la publicación en Francia de su libro Estampas de Oeste, una burla del western norteamericano.
Y en el último párrafo aparece la protagonista de todos los haceres de Nine, esa imaginación que lo lleva a asociar entidades dispares, lejanas entre sí: “Me impresionó lo que decía Cortázar, que para que algo sea fantástico tiene que ser exactamente como es habitualmente, a excepción de un pequeñísimo detalle que saca todo de contexto”.
Quino (1932-2020)
Partió Joaquín Salvador Lavado -Quino- (1932-2020), el más grande e internacional del humor gráfico argentino, el papá de Mafalda.
POR AMOR AL CRIMEN Entrevista a Germán Cáceres
Por Gustavo Bernstein
El policial puede pensarse también como una erótica criminal. Así, al menos, lo explicita el título del último libro de Germán Cáceres: Por amor al crimen (Moglia ediciones),volumen de relatos que oscilan entre el thrillery el noir para ofrecernos un variopinto paisaje de delitos que se despliegan a la vez como un fresco de la violencia cotidiana en la metrópoli contemporánea.
Autor de una vasta obra que incursiona en diversos géneros literarios: cuentos, novelas, la dramaturgia, las ficciones infantiles y juveniles y una copiosa ensayística que motivó el Premio Eduardo Mallea de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Cáceres fue también galardonado en Bulgaria con el título de Gran Maestro del Relato Policial, oficio en el que reincide en este nuevo compendio de cuentos sobre el que tuvo la gentileza de dialogar.
–¿Cómo comenzó tu acercamiento al género y cómo derivó en esta compilación?
–Leí un reportaje que le hicieron a García Márquez, en el cual él afirmaba que las cosas valiosas de su vida y que influyeron en sus libros las tuvo aproximadamente hasta los ocho años: luego no le ocurrió nada importante. Yo, en cambio, a esa edad tuve vivencias significativas: leía muchas revistas de historietas que traían como protagonistas a detectives de la talla de Vito Nervio, Dick Tracy y Rip Kirby. Unos pocos años más tarde comencé a devorar folletines policiales. Mi entusiasmo fue tal que ambicionaba ser detective privado cuando fuera adulto.
–¿Quiénes son tus referentes del género?
–Los grandes de la novela negra: Raymond Chandler, Dashiell Hammett y Ross Macdonald. Estos autores describen una sociedad violenta que ha naturalizado el crimen. Además, también los policías, jueces, empresarios y políticos integraban la trama delictiva. De los tres, mi favorito es Macdonald por su aproximación psicológica a los personajes, sobre todo el buceo introspectivo que realiza su detective Lew Archer.
–¿Cuáles son, a tu entender, las premisas de un buen relato policial?
–Nada menos que ser atrapante. El suspenso es necesario no tanto para descubrir quién fue el culpable, sino para mantener pendiente al lector del desarrollo de la trama, la cual debe ser original. Aclaro que el género fue enriqueciéndose prestando atención no solo a la personalidad del héroe, sino también indagando sobre el ámbito en el cual actúa.
–Tu libro se divide en cinco acápites: Los cinéfilos, Instantáneas, Aparecidos, Secretos de la plástica y Bonus Track. ¿Qué singularidades conceptuales o temáticas te llevaron a reunirlos de ese modo?
–En principio los utilicé como un paratexto para realzar el libro. Respecto a las temáticas, en los cuentos que integran Los cinéfilos está presente el cine. Como padezco de cierta cinefilia, no fue casual que imaginara esas historias. Instantáneas me pareció un título apropiado por la brevedad de los cuentos que lo integran. Aparecidos responde a que son relatos plagado de fantasmas – una cuestión que me fascinó y asustó de chico– o incursionan en la literatura fantástica. Aunque me encanta la pintura, Secretos de la plástica obedece al hecho de que a través de este bello arte están parapetadas organizaciones criminales que trafican con las obras. Un ejemplo es el implacable Ripley, protagonista de varias novelas de Patricia Highsmith. En cuanto a los demás cuentos, aunque solo algunos rozan el género policial, no quería que permanecieran inéditos. Entonces los agrupé con el título de Bonus Track, que se emplea para denominar la música adicional que se agrega a un álbum que se reedita.
–En algunos relatos aparecen situaciones sobrenaturales o de ciencia ficción; en otros se abunda en viñetas humorísticas o en el entramado de un crimen impune, todo lo cual parece alejarlos de la estructura clásica o pura del género: investigación detectivesca, pistas del crimen y resolución del enigma. ¿Cómo concebís estos cruces y derivaciones?
–Justamente Chandler, Hammett y Macdonald se alejan –por su atención y acento puesto en el tema social– de la novela enigma, a la que también se la puede llamar whodunit. Además, no debe olvidarse que John Connolly, uno de los más prestigiosos escritores de la actualidad, introduce en sus tramas policiales elementos sobrenaturales.
–Los cuentos tienen un estilo llano, vertiginoso. No se detiene en ociosos menesteres ni se regodea en descripciones manieristas, sino que va al hueso de la acción. ¿Coincidís con la premisa arlteana del cross a la mandíbula?
–Si bien coincido con Arlt, como también con otras premisas que ilustran su concepción narrativa, en mi caso me guía la intención de que el relato sea ágil, con ritmo. Tal vez me deformó mi asiduidad al cine de acción.
–O al comic, porque muchos relatos se estructuran a partir de una concatenación de cuadros o escenas, como si la base de la estrategia narrativa proviniera de la historieta o como si hubiera un story board original que adquiere forma literaria. ¿Transpolás deliberadamente esas técnicas?
–No es premeditado, pero como leí (y leo) historietas porque escribo ensayos sobre este llamado noveno arte, tal vez he asimilado sus procedimientos para mantener el interés del lector. Tuve muchas conversaciones con el gran guionista Ricardo Barreiro, así que seguramente asimilé no pocas de sus estrategias.
–En el volumen hay además un marcado color local, una decidida atmósfera porteña, como si el relato policial te sirviera, más allá del problema y su resolución, para retratar una idiosincrasia. ¿Qué atributos le confiere al género una ciudad como Buenos Aires?
–Entiendo que el escritor debe ubicar la acción en escenarios que conoce para que sus textos posean verosimilitud. Y salvo Buenos Aires, donde resido, apenas recorrí otros lugares del país y del exterior, tan solo fueron fruto de viajes y de vacaciones.
–Si tuvieras que definir tu marca de autor o tus aportes personales al policial, ¿qué destacarías?
–Entiendo que eso lo tienen que señalar los lectores, no yo. Hago mía la frase del gran director de cine Leopoldo Torre Nilsson: los autores somos los peores defensores de nuestras obras, en el fondo no las conocemos. Sin embargo, algo me siento obligado a decir: intento construir una buena historia, que interese y enganche.
–¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
–Estoy pasando por una suerte de nebulosa. Deseo escribir algo nuevo y distinto pero no sé por dónde empezar. En un principio quise aventurarme en un ensayo sobre la obra de Ross Macdonald, para lo cual tendría que volver a leer todos sus libros. Pero después pensé que así podría malograr el grato recuerdo juvenil que tengo de su narrativa. Ha pasado mucho tiempo y hay nuevos escritores con propuestas renovadoras, como Henning Mankell, Benjamin Black, Manuel Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Petros Márkaris, Arnaldur Indridason, Pierre Lemaitre y la inmensa lista sigue, sobre todo con argentinos como José Pablo Feinmann, Guillermo Martínez, Claudia Piñeiro y muchos otros. Posiblemente dañe no solo la imagen idealizada que tengo de aquellas lecturas, sino también la del mismo Macdonald. Después pensé en no leerlas e inventar una aventura de Lew Archer en Buenos Aires, con el recuerdo –tal vez irreal– que tengo de él. Pero tampoco me convenció. Veremos, espero que algún hecho o lectura me despierte alguna musa.E-books gratuitos de LA DUENDES
“Un viaje dibujado de 32 años” (135 páginas) de Alejandro Aguado.
Disponible para la descarga cliqueando acá.
“Ramonet Rodo –Rodor-“ (64 páginas) de Ramonet Rodó.
Disponible para la descarga cliqueando acá.
“Carlos Esteban Resano Vasilchik” de Carlos Resano (104 páginas)
Próximamente se habilitará la descarga.
A estos, se sumarán otros títulos.
13 AÑOS DE LA DUENDES EN INTERNET
La primera semana de febrero, La Duendes cumple 13 años de actividad ininterrumpida en Internet, brindando contenidos gratuitos. En realidad, La Duendes tiene muchos más años, ya que comenzó en 1992 como una pequeña revista en la provincia del Chubut (la primera de historietas de la provincia), que luego se amplió a un suplemento semanal durante 89 semanas, agrupando autores de toda Patagonia. Le continuó una pausa debido a las recurrentes crisis económicas de Argentina. Con el regreso en 2007, como revista – editora de libros y de contenidos en la web, gracias a Internet la difusión se amplió al país y el exterior. Como ejemplo, en http://historietapatagonica.blogspot.com.arcada día de la primera semana de febrero, verán post que resumen algunos de los principales eventos en los que participamos estos años por el país.
También, cada día de la primera semana de febrero en el mismo blog, se incluirá un recordatorio a cada uno de los ocho autores que participaron con su obra y ya no están entre nosotros.
Desde un principio funcionó como una publicación para los autores que deseen contar con el espacio, que no necesariamente es exclusivo ya que la mayoría también publica en otros medios o de forma independiente. Es un lugar abierto para quien desee sumarse y permanecer el tiempo que les resulte apropiado. De ese modo, estos años, en http://historietapatagonica.blogspot.com.arcompartimos espacio autores de Argentina, Uruguay, Brasil, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Chile, España y Francia.
Por la crisis económica y editorial que comenzó varios años atrás en Argentina, hicimos un parate preventivo en las ediciones en papel, pero continuamos con los espacios digitales. Fueron un promedio de 70 títulos en papel que, si el panorama mejora en un futuro, se retomaran.
En los contenidos, desde el regreso den 2007, fue un espacio para autores consagrados, emergentes y los que daban sus primeros pasos y, a su vez, revalorizando a los autores y obras del inmensamente rico pasado de la historieta, el humor y el dibujo en Argentina. En esa línea, en el blog, desde hace varios años todas las semanas se rescatan historietas, humor e ilustraciones (llamada sección “retro”) que van de 1906 a 1937, de autores talentosísimos que en su momento fueron muy reconocidos, pero que lamentablemente fueron mayormente olvidados.
De forma paralela, mantuvimos un blog dedicado en exclusivo a notas sobre obras y autores, entrevistas a autores y críticas de libros de historietas, que suman centenares de post. Todo está disponible de forma gratuita en http://laduendes.blogspot.com.ar Parte de esos contenidos fueron compilados en los libros “Evocando viñetas 1, 2 y 3”, de Germán Cáceres.
Es un trabajo que llevamos adelante sin hacer “ruido”, pero de forma constante y por el gusto de difundir y dedicarnos a algo que nos apasiona.
Muchas gracias a los varios millones de lectores que nos acompañaron hasta el momento, desde varios países. Ustedes son el principal inventivo para seguir adelante.
VIDEO sobre CARLOS CASALLA, el autor de El CABO SAVINO
El maestro CARLOS “CHINGOLO” CASALLA, fue uno de los grandes maestros de la historieta argentina. Su personaje más conocido, sumamente popular e ícono de la historieta argentina de sus épocas doradas, fue el Cabo Savino. Personaje creado en 1950, ostenta el record de ser el de género de aventuras que en el país se publicó más de medio siglo, más décadas que cualquier otro. Entre los personajes que dibujó, también memorables, se cuentan El Cosaco, Alamo Jim, El Capitán Camacho, Perdido Joe, Ronstadt, Memorias de un porteño viejo, etc. A lo que se suma una obra basada en historias y personajes de Patagonia, poco conocidos fuera de la región. A Casalla lo conocí en Bariloche en 1993, cuando se realizó la Primera Bienal de Arte Joven de la Patagonia, de la que participaron 500 artistas y obtuve el primer premio en el rubro historieta. Desde fines de los ‘90, cada vez que pasaba por Bariloche lo visitaba en su domicilio. Casalla, era sumamente humilde, amigable, franco y de trato muy cordial. Tuve el gusto de dibujar un guión de él. Desde LA DUENDES se le editó en dos libros (entre ellos una versión del Cabo Savino) y un libro de homenaje al Cabo Savino del que participaron numerosos autores del país y el extranjero.
Pocas semanas atrás, en la ciudad de Sarmiento (Chubut), me hicieron acordar que tenía archivados videos fotos que le tomé durante algunas de las visitas, de los años 2007, 2009 y 2010. No tengo de años previos por carecer por entonces de cámaras digitales. Transcurrido el tiempo, tomo conciencia que estas fotos y videos, hoy son un testimonio histórico. Lo muestran dibujando al Cabo Savino en el living de su domicilio, en su estudio y durante una muestra colectiva en Bariloche de la que participaron otros grandes maestros de la historieta nacional. Al volverlos a ver, me gustó que reflejan momentos de su vida cotidiana, ya que ninguna toma fue planeada. Surgieron mientras conversábamos, mientras él trabajaba o cuando simplemente se compartían momentos. Con ese material armé este pequeño video a modo de recordatorio y homenaje. Tanto él como sus personajes, fueron íconos de la historieta argentina, de la que disfrutaron tantos millones de lectores. Espero les guste.
Alejandro Aguado
Charla en vivo sobre historieta por Instagram
DIA DE LA HISTORIETA – a 30 AÑOS de “DUENDES DEL SUR” (los orígenes de LA DUENDES)
En junio de este año se cumplieron 30 años desde que se editó el primer número de la revista-fanzine “DUENDES DEL SUR”. Fue la primera de historietas de la provincia del Chubut y una de las cuatro primeras de la Patagonia, con una diferencia de aparición de dos o tres años entre unas y otras. Con mis por entonces 19 años, el realizarla representó una gran aventura y aprendizaje, ya que todo debía hacerse de forma artesanal. La impresión en imprenta, se financiaba con publicidades que demandaban muchas horas de recorrer las calles y comercios. De los primeros números participaron Omar Soto, Fabiola Castro (hoy una pintora muy reconocida), José Luis Tuñón (un maestro artista plástico, de gran renombre), Fabio Aguilar (hoy músico), Yakaré, Juan Carlos Moisés (reconocido escritor, dibujante, autor de teatro), César Hernández, Orlie Mayorga (dibujante, crítico de cine, escritor), Ignacio Noé (autor de renombre internacional) entre otros. A la par de la edición de la revista, realizamos numerosas exposiciones por Patagonia. El emprendimiento y las movidas que generábamos fueron una novedad: autores de Patagonia protagonizando una movida historietística grupal en la región. Por ejemplo, una de las primeras muestras grupales en Comodoro Rivadavia, en el Hall del Teatro Español, contó con la presencia de más de 2 mil asistentes en 3 días. Una repercusión totalmente inesperada y sorprendente para nosotros, en una ciudad por entonces con una tradición casi nula de exposiciones de historietas. Los medios de comunicación nos prestaron muchísima atención, a nivel local, regional y nacional. Notas muy elogiosas se publicaban, por ejemplo, en los principales diarios de la región, o en revistas nacionales como la mítica Fierro de los años ’80 y principios de los ’90 (donde a Duendes del Sur se citaba como “un clásico” del under del interior), en la revista Skorpio o en revistas juveniles como 13/20 y culturales como La Maga (la principal del país en los ’90).
La movida creció cuando nos pusimos en contacto los autores de revistas similares que se publican en varias provincias de Patagonia (Alquitrán, Humor de la Semana, El Sistema). Comenzó un intercambio que no fue posible canalizar por medio de las revistas, que quedaron chicas. Debido a ello nació “El Espejo. De los dibujantes del sur” en el diario Crónica de Comodoro Rivadavia (Chubut y Santa Cruz) Esta nueva publicación dio espacio a más de 60 autores de Patagonia, durante 89 números. En la última etapa, recibíamos material de autores de todo el país. Al mismo tiempo, encaramos festivales, concursos, exposiciones, etc.
Transcurridas las décadas, los hoy mayorcitas/tos podemos decir que sin proponérnoslo fuimos pioneros en la región. No éramos conscientes de ello. Aún no existía Internet y la comunicación e intercambio entre los que estábamos lejos era por medio del teléfono fijo, por correo o de forma presencial, viajando. Todo costaba más que ahora, pero no lo sabíamos. Lo hacíamos con gusto, motivados por el entusiasmo. Transcurridos los años, de los que fuimos protagonistas, varios continúan/ron publicando a nivel regional, nacional e internacional. Otros se dedicaron a otros rubros artísticos o lamentablemente dejaron de dibujar.
El primer rescate-valorización de la movida patagónica de los años ’90 se dio en España, en el año 2003. Se publicó una nota en el sitio TEBEOSFERA, especializado en el estudio, análisis y difusión de la historieta. https://www.tebeosfera.com/1/Documento/Articulo/Argentina/Patagonia/movida.htm
La siguiente nota rescatando y valorizando la movida fue publicada en abril de 2007 en el número 6 de la revista Sacapuntas, publicada por la Asociación de Dibujantes de Argentina, Buenos Aires. https://adadibujantesdeargentina.org/revistasacapuntas
Algo similar ocurrió en el año 2015 en España, con el libro “Historia del humor gráfico en Argentina”, de Judith Gociol y Diego Rosemberg. Le dedica varias páginas a la movida patagónica, ampliado el contenido con el regreso a partir del año 2007 con la editora “La Duendes”.
Afortunadamente, hoy la colección completa de “Duendes del sur”, “El Espejo. De los dibujantes del sur” y las más reciente “La Duendes”, se conserva en el archivo de historietas del Programa Nacional de Investigación en Historieta y Humor Gráfico Argentinos, de la Biblioteca Nacional. De no existir ese espacio tan importante para la manifestación cultural que es la historieta, posiblemente todas esas publicaciones se hubiesen perdido.
A 30 años de la joven aventura que fue “Duendes del sur”, conocida popularmente por aquellos años en la región como “La Duendes”.
Robin Wood (1944-2021)
Partió Robin Wood, el gran guionista de historietas que resultó fundamental para generaciones de lectores de Argentina, de Latinoamérica y varios países de Europa. De tiempos en que la historieta se leía de a cientos de a miles, cuando abundaban en todas las casas, se leían en los colectivos, en las salas de espera de peluquerías, médicos, etc.,etc. Dotado de gran sensibilidad y talento para construir personajes y series de notable inserción entre los lectores, sus obras gozaron de una notable repercusión a nivel popular. Por sólo citar algunos, asociados a su vez con los notables dibujantes con los que colaboró: Nippur de Lagash, Dago, Savaresse, Pepe Sánchez, Mi novia y yo, Or Grund, Mark, Gilgamesh, Jackore, Dennis Martin, El Cosaco, etc., etc. Series que aportaron para que la historieta popular gozara de enorme repercusión y circulación.
Nació en Paraguay y los últimos años residía en su país de origen, pero para todos los que fuimos sus lectores, siempre va a ser Argentino ya que es donde generó los personajes que lo hicieron trascender a nivel internacional. A fines de los ’90 le perdimos el rastro cuando de la mano de las crisis económicas se extinguió la industria de la historietas. Pero para entonces ya triunfaba en Europa con los mismos personajes nacidos en Argentina. Años después lo reencontramos por medio de libros recopilatorios de sus antiguas series, y las que nos actualizaban los personajes que nacieron en Argentina pero continuaron su vida en Italia. Tal es el caso de Dago, que hoy es uno de los principales de ese país.
Hablar de Wood es hablar de los tiempos en que se iba a un quiosco de revistas y habían más de una veintena de títulos de revistas de historietas para elegir, de buenos tiempos de una industria que fue robusta, con grandes editoriales de gran masividad. Como lectores, fuimos muchos los que tuvimos la suerte de disfrutar de su obra. Hoy, en las redes sociales y los medios se nota la importancia de su legado, en la repercusión de su partida. Su obra ya forma parte del patrimonio cultural del país.
En el blog de LA DUENDES se puede leer una entrevista a Robin Wood que publicamos en el año 2011, realizada por Germán Cáceres.
HUGO PRATT el tano, por Germán Cáceres
(Buenos Aires, libro artesanal, 2021, 256 páginas)
A manera de introducción hay una frase de Hugo Pratt: “Yo tengo un antiguo pacto con el futuro, porque trato de alcanzar ciertas cosas que sé que no tendré jamás.”
Este libro tan bien escrito está inundado de datos sobre el artista. No creo que Pratt haya sabido tanto sobre su propia vida y obra como este ensayista que realizó a partir de 2004 una investigación ciclópea.
Pratt nació el 14/6/1927en Playa del Lido entre Ravena y Rímini – aunque él se consideraba veneciano–y falleció en Grandvaux, Suiza, el 20/8/1995. Se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y, además, reconoció a dos naturales.
Pravia es sumamente minucioso al detallar los pormenores de la vida de Pratt. Opina que “…se ha definido como un autodidacta dotado por la naturaleza, con un permanente interés innato por el dibujo y dueño de un universo propio surgido de su imaginación…”
El libro se da el lujo no solo de enumerar la obra completa de Pratt, sino de aquellos historietistas que fueron sus amigos y de sus compañeros de trabajo. Admiraba a dibujantes de la talla de Milton Caniff, Alex Raymond, Noel Sickles. Alex Toth y Will Eisner. Además, el volumen menciona innumerables historietas y revistas.
Pratt siempre demostró una vocación aventurera que no puede dejar de evocar a otro grande: Robin Wood.
Hugo Pratt el tano cuenta con muchas fotos y dibujos suyos y también de otros sobresalientes maestros del grafismo.
Pratt siempre ha manifestado que no quería tener casa propia porque no podía estarse quieto en un mismo sitio: fue un trotamundos insaciable Y así, el texto intenta captar todos los aspectos de su personalidad: gestos, manías, las salidas con amigos, sus mujeres y, especialmente, sus comilonas. Se lo percibe excéntrico, vital, anárquico.
Fue uno de los tantos integrantes del equipo artístico que se aglutinó alrededor de la figura de Oesterheld –al que consideraba el más grande guionista de historietas– cuya casa “…fue un verdadero semillero de arte”.
Sobre la evolución del estilo de Pratt a partir de El Sargento Kirk–el guión pertenecía a Oesterheld– en el cual exhibía excelentes primeros planos y usaba pincel en las manchas, Pravia señala que más adelante adopta una figuración que lo llevaría al “…más puro concepto cinematográfico de narración”. También indica que “…trabajaba en sus originales al doble del tamaño de publicación.” El mismo artista se definió como “un escritor que dibuja y un dibujante que escribe.”
Se señala a la recordada Escuela Panamericana de Arte, fundada por los hermanos Enrique y David Lipszyc y en la que ejerció Pratt como profesor. También nombra a otros maestros que ejercieron la docencia allí.
En cierta forma, con sus abundantes datos, mientras habla de Pratt comenta una parte importante de la historia de este noveno arte. Por ejemplo, la Editorial Frontera y sus famosas revistas Frontera y Hora Cero. Allí nació uno de sus tantos hitos: Ticonderoga Flint, con guión de Oesterheld. El mismo dúo dio origen a Ernie Pike, un cronista que relata los sufrimientos y desastres que origina la guerra.
Pravia enuncia que Ann y Dan (1959) fue la primera historieta que realizó en forma integral Hugo Pratt, asistido por Gisela Dester en dos episodios.
En 1967 Pratt escribe y dibuja La Balada del Mar Salado, en la que aparece su personaje más logrado y que le dio fama internacional: Corto Maltés. Éste recibió el Yellow Kid en el Festival de Lucca de 1970 y fue premiado en el Festival de Angouleme en 1976. La lista completa de distinciones que obtuvo es inagotable. Según el guión de Pratt, el Corto Maltés nació un10 de julio de 1887 en Malta, hijo de una gitana sevillana y un marinero inglés. El héroe se sumerge en aventuras de todo tipo, lindantes con la fábula: es un bohemio, un soñador que viaja a los lugares más insólitos del planeta.
Al final del libro hay un artículo de apenas cuatro páginas –«Orígenes de la Literatura Dibujada»– donde se resume con un poder de síntesis poco común la historia de este género en la Argentina.
Hugo Pratt el tano es un libro excelente e imprescindible: debe figurar en la biblioteca de todo amante de la historieta. Juan Sasturain enfatizó: “Qué envídia. Muy pocas veces un libro nos produce una sensación así. Gracias por eso.”
Aldo Pravia (Buenos Aires, 1947) trabajó como dibujante publicitario. Desde muy chico fue un fanático de las historietas y cursó un año en la Escuela Panamericana de Arte. Asimismo, estudio dibujo y pintura con distintos maestros. Escribió artículos, colaboraciones y producciones de cine y TV. para Argentina e Italia.
Germán Cáceres
A 30 años de “El Espejo. De los dibujantes del sur”. La publicación de cabecera de la movida patagónica de historietas y humor gráfico de los años '90
Durante la primera mitad de los años '90 los que en su mayoría éramos un grupo de veinteañeros vivimos una linda aventura editorial y creativa. Trabajando en conjunto concretamos el primer movimiento grupal historietístico y de humor gráfico de Patagonia. Existía el antecedente de autores publicando en medios gráficos de la región desde hacía décadas, pero de forma individual. Tales como Horacio Marras, Roberto Guerrero, Khato, Pelayo (todos de Chubut), Carlos Riela en Bariloche, Tornillo en Neuquén o el maestro “Chingolo” Casalla (patagónico por opción), por sólo citar a algunos de los más conocidos en diferentes regiones de Patagonia. Los antecedentes de las primeras viñetas publicadas en la región por autores residentes se remontaban a mediados de 1917, al menos en el sur de Chubut.
Entre fines de los '80 y principios de los '90 se publicaron en Patagonia las primeras revistas dedicadas íntegramente a la historieta y el humor gráfico: “Alquitrán” (Neuquén), “El Sistema” (Allen, Río Negro), “El Humor de la Semana” (Caleta Olivia, Santa Cruz) y “Duendes del sur” (Chubut).
Una exposición en 1992 de integrantes de la Duendes en la ciudad de Neuquén propició un afortunado encuentro con los locales de “Alquitrán”. Fue el puntapié que dio inicio a la movida, cuando surgió la idea de trabajar en conjunto. Como la revista “Duendes del Sur” había quedado chica para dar cabida la cantidad de autores que se iban sumando, se presentó la propuesta de una publicación nueva de más alcance y frecuencia al director del diario Crónica, Diego Zamit. Ya nos conocían debido a difundían las actividades que se realizaban desde La Duendes. El diario era el de mayor tirada en la región centro de Patagonia (sur de Chubut y norte de Santa Cruz) y se estaba modernizando al incorporar nuevas tecnologías, a la vez que expandía su tirada, sumaba cantidad de páginas y suplementos semanales de elaboración propia. A la reunión asistí con una carpeta que desbordaba de trabajos de muchos autores, para mostrar que se contaba con abundante material. Aceptó la propuesta de inmediato. Luego me llevó al sector de diagramación (contaba con algunas de las primeras computadoras Mac introducidas en el país) y me dijo: "Estas son las computadoras que tenés que usar para armarlo". Tuve que aprender su uso durante la marcha ya que aún eran una novedad. Pese a que contaban con lo que era tecnología de punta, los originales de la publicación se armaban de forma artesanal. Se diagramaba el original en la computadora, se imprimían las páginas maestras y se le pegaban textos e imágenes mediante fotolitos. Finalmente se enviaban las páginas al área de impresión.
En marzo de 1993 el diario inauguró una nueva rotativa a color con “El Espejo. De los dibujantes del sur”, concretando la publicación de historietas y humor. El salto en la distribución, difusión y repercusión fue enorme. De tiradas reducidas pasamos a 15 mil ejemplares semanales (se calculaba que a cada ejemplar lo leían entre 4 y 6 personas, por lo cual la cantidad de lectores rondaba los 60 mil). Una parte se distribuía por correo al resto del país y el exterior. Por aquellos años no existía Internet y toda la información y entretenimientos se concentraba en los medios de comunicación tradicionales (Tv, radio, diarios). La repercusión entre los lectores se sentía.
En lo específico a la historieta, en el país el 90 por ciento de lo que se leía era de producción de autores y editoriales nacionales y en los quioscos de revistas se podía acceder a una veintena de títulos mensuales. Por aquellos años, aunque en declive, Argentina aún era una de las siete potencias del mundo en la creación de historietas (en los otros países-potencia sigue vigente). De la mano del menemismo con sus políticas privatizadoras y de apertura indiscriminada de la economía hacia fines de los ’90 se destruyó la industria nacional, entre ellas la industria editorial de historietas.
El disponer de un espacio semanal propició que se sumaran los autores de otras publicaciones de la región y muchos que trabajaban de forma independiente. El 1993 el Gobierno de Río Negro organizó la primera Bienal de Arte Joven de la Patagonia en la ciudad de Bariloche. Participaron autores de toda Patagonia y La Pampa, que previamente fueron seleccionados por concurso en cada provincia. Los tres primeros premios en el rubro historieta los obtuvieron integrantes de El Espejo. El evento también sirvió para sumar más autores. En 1994 El Espejo organizó en Comodoro Rivadavia el primer Festival de grandes dimensiones de historieta y humor con autores de Patagonia. Otras actividades fueron un concurso de historietas y humor gráfico destinado a estudiantes colegios de la provincia del Chubut y muestras itinerantes por los colegios, etc. El Espejo también contaba con secciones dedicadas a difusión de eventos y entrevistas a autores nacionales y regionales. Para el primer aniversario sucedía algo impensado para una publicación patagónica: autores de todo el país enviaban sus trabajos para que se publiquen. Entre ellos autores de la revista porteña El Tripero, integrada por los alumnos de Alberto Breccia. Lo acostumbrado en Argentina siempre fue que se tratara de publicar en medios de Buenos Aires. Por un instante habíamos invertido el proceso. Lo más inesperado fue que nos escribieran desde una revista emblemática de España: El Víbora.
En 1994 se produjo una crisis a nivel mundial de faltante de papel. Afectó a medios gráficos de todo el país, grandes y chicos. Los obligó a reducir la cantidad de páginas y desprenderse de personal. Debido a ello la mayoría de los suplementos del diario fueron cancelados. El Espejo murió en el número 89. Para entonces se habían publicado a más de 60 autores de toda Patagonia. Pocas semanas antes de la cancelación se iba a sumar Roberto Fontanarrosa, que había aportado páginas del personaje Inodoro Pereyra. No pudo ser.
Transcurridas las décadas, los hoy mayorcitas/tos podemos decir que sin proponérnoslo fuimos pioneros en la región. No éramos conscientes de ello. Aún no existía Internet y la comunicación e intercambio entre los que estábamos lejos era por medio del teléfono fijo, por correo o de forma presencial, viajando. Todo costaba más que ahora, pero no lo sabíamos. Lo hacíamos con gusto, motivados por el entusiasmo. Transcurridos los años, de los que fuimos protagonistas, varios continúan/ron publicando a nivel regional, nacional e internacional. Otros se dedicaron a otros rubros artísticos o lamentablemente dejaron de dibujar.
La historia se retomaría y continuaría entre 2007 y 2022 con la editora La Duendes, con dos sitios en Internet (con el aporte de más de 200 autores del país y el exterior) y la publicación de cerca de 70 títulos en papel.
RESCATES
En 1997 se publicó un libro llamado “Tinta Densa Patagónica” que rescató la historia de la movida historietística de los años ‘90. El libro fue reeditado en 2008 como PDF, para su descarga gratuita desde Internet y finalmente en papel en 2009, ampliado.
El primer rescate-valorización de la movida patagónica de los años ’90 surgido desde el propio ámbito de la historieta se dio en España, en el año 2003. Se publicó una nota en el sitio TEBEOSFERA, especializado en el estudio, análisis y difusión de la historieta. Para leerla
La siguiente nota rescatando y valorizando la movida fue publicada en abril de 2007 en el número 6 de la revista SACAPUNTAS, publicada por la ASOCIACIÓN DE DIBUJANTES DE ARGENTINA, Buenos Aires. Para leerla
En el año 2010 se publicó un libro de 112 páginas titulado“El Espejo. De los dibujantes del sur”, que rescató la historia y compiló material de los autores que tuvieron mayor presencia en la publicación. Se distribuyó a nivel nacional y está agotado.
En el año 2015 se publicó en España el libro “Historia del humor gráfico en Argentina”, de Judith Gociol y Diego Rosemberg. Le dedicó varias páginas a la movida patagónica, ampliado el contenido con el regreso a partir del año 2007 con la editora “La Duendes”.
Hoy, afortunadamente, la colección completa de “Duendes del sur”, “El Espejo. De los dibujantes del sur” y las más reciente “La Duendes”, se conserva en el archivo de historietas del PROGRAMA NACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIETA Y HUMOR GRÁFICO ARGENTINOS, DE LA BIBLIOTECA NACIONAL. De no existir ese espacio tan importante para la manifestación cultural que es la historieta, posiblemente todas esas publicaciones se hubiesen perdido.
Páginas de fotonovela realizada y protagonizada por varios dibujantes.
En marzo de este año se cumplieron 30 años de la joven aventura que fue “El Espejo. De los dibujantes del sur”. Aunque cuando se habla o escribe sobre “historieta nacional” mayormente se refiere a la publicada en Buenos Aires, desde el sur hicimos nuestro aporte.
Publicaron:Mario Tondato, Jorge Alderete, Carlos Vilche (El Ink), Diego López de Murillas, Manuel Gutierrez, Marcelo Candia, Martín Chirulo, Gabino Tapia, Di Silvestro, Juan Marchessi, Liliana y Marcela Ostrovsky, Carlos Riela, Walter Cazenave, Marcelo Pifarré, Daniel Lapetina. Adriana Muñoz, Marcelo Noriega, Francisco Palacios, Gustavo Morichetti (Tavo), Ramón de la Fuente, Horacio Marras, Quique González, Juan Carlos Moisés, Karolli Williams, Rodrigo Gorosito, Ricardo Macías, Roberto Guerrero, Aguado, Marcelo Martinelli, Son, Antonio Reus, Cristian Huberty, Luka, Mario y Gustavo Morón, Ignacio Stankewitsch, Vanesa Sosa, Olie Mayorga, César Hernández, Juan Barria, José Luis Tuñón, Sergio Miranda, Coffe, Maximiliano Melinchuk, Sebastian Bravo, Lisandro Ruiz, Fabio Aguilar, Dolores Morón, Marcelo Gavilán, Diego Fonseca, Marcos Di Tullio, Mario Mendonca, Leonardo, Eduardo Gallardo, Manuel Coronel, Lautaro Fiszman, Sandra Lavandeira, Ezequiel García y Jorge Gallardo.
Partió el maestro del dibujo y la historieta ERNESTO GARCÍA SEIJAS, (1941-2023)
Partió el maestro del dibujo y la historieta Ernesto García Seijas, (1941-2023) otro de los grandes maestros de la historieta argentina. Comenzó a publicar a fines de los años 50, en revistas hoy míticas, como Bucaneros, Frontera, Hora Cero, Misterix, Rayo Rojo. Desde esos años transitó por las principales editoriales argentinas de historietas, de los tiempos en que era una industria vigorosa. Dibujó series de notable repercusión dando vida a personajes entrañables, tales como Helena (con Robin Wood en Intérvalo), Mandy Riley (con Ray Collins en Skorpio) o El Negro Blanco (con Trillo en Clarín). Desde los años ‘90 publicaba la mayoría de su obra en Europa. Los personajes de mayor éxito que realizó en Argentina también fueron muy populares en Italia, donde también dibujó Tex, un personaje emblemático en ese país.
Con su partida se va un virtuoso de la narración gráfica y el dibujo. Su trabajo, dentro de una línea clásica de excepcional calidad, era exquisito, elegante y vistoso. Cada una de sus viñetas era un cuadro y todo lo dibujaba bien. Los que somos dibujantes y crecimos leyendo obras como las de él, los valoramos como maestros, como referentes. Era de esos autores que primero se leía la historieta disfrutando del conjunto de la historia (guión y dibujo) y luego se volvía a sus páginas para disfrutar de todo lo que conformaba su dibujo (la figura humana, escenarios y todos los elementos que le daban forma), el entintado (técnicas y modos de hacerlo), etc, etc. Sus trabajos de época, costumbristas, como Helena o El Negro Blanco, resultan un registro visual de la Argentina en los años ’80 y ‘90. Imposible no sentirse identificados. Son un disfrute visual. Quedan pocos de su generación, virtuosos del dibujo. Otra lamentable pérdida.
Alejandro Aguado
Para los que les interese conocer más de su historia, pueden leer una entrevista que le hice en el año 2011. Está ilustrada con muchos ejemplos de su trabajo. Tienen que cliquear el siguiente link
CARLOS “CHINGOLO” CASALLA, EL PADRE DEL CABO SAVINO. Por Alejandro Aguado
En Argentina las historietas eran muy populares y se leían de forma masiva. Entre las décadas del ’40 y el ’80 la oferta de revistas que se conseguían en los quioscos era muy amplia y se vendían de a cientos de miles. El 80 por ciento de lo que se leía era de producción nacional y de muy alta calidad. Las había para niños y jóvenes, de humor gráfico y de historietas “serias” de aventuras. A su vez, comprendían diversos géneros temáticos: de guerra, ciencia ficción, costumbristas, de humor, de guerreros en tiempos bíblicos, policiales, del corazón, etc. El del gauchesco era una especie de equivalente nacional del western norteamericano. En las provincias era donde contaba con mayor aceptación. Una serie de grandes autores, muy buenos dibujantes, quedaron asociados con el género. Tales como Walter Ciocca con Lindor Covas y Hormiga Negra, Raúl Roux con Cuentos del Fongón, Rapela con Fabian Leyes y El Huinca, Carlos Magallanes y Jorge Morhain (guionista) con Martín Toro, Carlos Roume con Nahuel Barros y Patria Vieja (con Oesterheld), Juan Arancio también con Patria Vieja y Pehuén Curá, por citar a los más conocidos. Casalla comenzó a publicar al Cabo Savino en 1951 en el diario La Razón. El personaje se transformaría en uno de los clásicos de la historieta argentina.
Gran parte de los dibujantes del país desarrollaron su obra radicándose en la ciudad de Buenos Aires, que es donde estaban las grandes editoriales. Casalla nació en la provincia de Buenos Aires y en los años ’60 se radicó en Bariloche. Desarrolló su amplia y exitosa carrera desde Río Negro.
De un modo u otro siempre estuve muy relacionado con Bariloche. Según mis padres me hicieron ahí, de chico pasaba las vacaciones y festejaba mis cumpleaños en sus bosques. En la ciudad conocí y traté a excelentes artistas y conseguí algunos de los mejores libros y revistas que conservo. También expuse, obtuve premios y los libros de mi autoría tuvieron muy buena recepción. A Casalla lo conocí durante algún viaje a Bariloche a principios de los años ’90. Fue muy cordial y amable, pero frecuentaba más a otros artistas de la ciudad. Creo que como estaba iniciándome en el dibujo, me intimidaba saberlo uno de los maestros de la historieta nacional. Todos hablaban de él, era un prócer local.
En 1993, tras ganar una preselección por provincias, obtuve el primer premio en la Primera Bienal de Arte Joven de Patagonia. Luego supe que un miembro del jurado fue Casalla. Nos encontramos en los pasillos del Hotel Llao Llao, que era donde se desarrollaba el evento del que participaron 500 artistas. Me felicitó por el trabajo y me explicó por qué consideró que merecía ganar. Las palabras del maestro hicieron que el premio me resultara más valioso.
Al Cabo Savino lo publicó en varias revistas y diarios, hasta que lo aceptaron en la editorial Columba. La editora publicaba los títulos El Tony, Fantasía, D’ Artagnan e Intérvalo, en varios formatos y periodicidad. Esas revistas dominaban el mercado de las historietas serias y se vendían de a cientos de miles en todo el territorio nacional y se exportaban a países vecinos. Su ingreso a Columba le representó el reconocimiento a nivel masivo. A diferencia de lo que le ocurría a otros autores, Casalla pudo mantener su estilo de dibujo y la personalidad de su personaje. Realizaba con total libertad unas quince páginas por semana. Con el transcurso de las décadas las historias fueron escritas por una docena guionistas. El más destacado por su continuidad fue Álvarez Cao. El personaje tuvo tal aceptación entre los lectores que en la década del ’70 se publicó como revista, bajo el sello de Columba. Su exitosa gráfica de impronta muy personal, llevó a que la editorial impusiera a otros dibujantes que copiaran su estilo. A Casalla no le parecía bien porque era coartar la libertad de sus colegas. No pudo hacer nada al respecto. También tuvo a su cargo la gráfica de otras series, tanto en Columba como en editorial Record (Skorpio, Tit Bits, Pif Paf, etc.) Tales como el exitoso western Alamo Jim (guiones de Albiac y Morhain), Memorias de un porteño viejo (guion de Alvarez Cao), las series Ronstadt (guion de Armando Fernández), El Cosaco (con guion de Robin Wood), Capitán Camacho (similar a Savino, pero con diferente rango), Chaco (con guion de Wood), Larsen & Finch (guion de Wood), Perdido Joe (guion de Albiac), y de guerra como Sargento York y Patrulla Americana, y diversos unitarios. Sus trabajos se republicaron con éxito en Europa.
El Cabo Savino se publicó en las revistas de Columba hasta mediados de 1986. Luego a nivel nacional se le perdió el rastro. En el ambiente de la historieta (de Buenos Aires) se creía que se había discontinuado. El personaje continuó protagonizando aventuras como tira diaria en las páginas del diario Río Negro, el principal del norte de Patagonia.
Por mi parte, el trato con Casalla se volvió más fluido con la llegada del nuevo siglo. Cada vez que iba de vacaciones a la Comarca Andina (Bolsón-El Hoyo-Lago Puelo-Epuyen), viajaba a Bariloche para visitarlo. Residía con su compañera en una confortable casa tipo alpina, en una zona alta de la ciudad. Desde el living se dominaba una amplia vista del lago Nahuel Huapi. A un lado, en una casita de madera, se situaba su estudio. Era el archivo de sus dibujos, pinturas y libros con sus trabajos. Ingresar era como adentrarse a una parte de la historia de la historieta argentina. Sobre un escritorio se apilaban decenas de tiras del mítico Cabo Savino, dibujado con su personal estilo: trazo suelto, vigoroso, que combina gruesas pinceladas de negros plenos y texturas logradas con decenas de rayitas a plumín. Para dibujar historietas del westerns y del gauchesco en un estilo realista se debía dominar la figura del caballo. Eran su especialidad. Los hacía según la raza y lograba transmitir sus personalidades. Eran memorables sus escenas de tropillas al galope, de malones y de jinetes combatiendo. Se percibía el movimiento, la intensidad.
En varias ocasiones, mientras charlábamos, lo filmé dibujando. En cada conversación afloraban los secretos de la profesión, siempre dispuesto a transmitir sus conocimientos. Era muy accesible y humilde para ser quien era. Comentaba en broma que uno de los problemas del ambiente eran los egos. Residir lejos de Buenos Aires le permitía moverse entre dos mundos. Uno era el de la Patagonia tierra adentro que se asemejaba al que recreó con su personaje. El otro era el de la historieta nacional. La Patagonia se le hizo propia y generó varios libros sobre personalidades del pasado regional. Fueron poco conocidos a nivel país, pero las ediciones se agotaban.
Solía sorprenderme cuando me consultaba sobre aspectos de la historieta actual. Muchas de sus vivencias no las comentaba de forma pública, por pudor. Con frecuencia recibía muestras de cariño y admiración de lectores y colegas, en Argentina y en países vecinos. Fui testigo de algunas. Homenajes institucionales recibió del Estado provincial de Río Negro y del Congreso Nacional. En Río Negro y Neuquén la población e instituciones suelen valorar a sus artistas.
En esa etapa, me escribió un guion para que yo lo dibujara. Por intermedio de la editora La Duendes tuve el gusto de publicarlo en un compilado grupal y de editarle un libro del Cabo Savino, con historias del período patagónico. También se le dedicó otro llamado “Homenaje al Cabo Savino. Cabo por siempre”, hecho entre numerosos autores. Del libro de homenaje también participaron algunos de los maestros de la historieta nacional. Llevó el subtítulo “Cabo por siempre” porque el personaje se estancó en ese rango por decisiones propias. Por ejemplo, en un episodio debía apresar a un gaucho que estaba por salir de un prostíbulo. La orden era dispararle ni bien se asomara. Cuando lo vio se negó a hacerlo. Era Juan Moreira, que en esa ocasión fue muerto por el agente Chirino. El jefe de la partida comentó en referencia a Savino: -“Este no asciende más”. Pese a ser un personaje de ficción, el autor trató que se lo percibiera como a alguien real que renegaba de las injusticias.
En el año 2010, con motivo del Bicentenario nacional, se realizó una muestra en Bariloche con los maestros de la historieta. Me invitaron a participar junto a Horacio Lalia, Casalla, Lito Fernández, Domingo Mandrafina, Meiji, entre otros. Fui con el colega Taro. Lo más grato fueron los días de experiencias en grupo. Paseamos por los bosques, compartimos comidas, visitamos un centro donde residían adolescentes judicializados (excelente por el recibimiento) y muchas horas de charlas referidas al dibujo y la historieta. Durante una de esas noches, en su casa, nos entretuvimos tomándole varias fotos con un muñeco que le habían hecho con su figura. En el evento Casalla nos deleitó con sus aptitudes como músico. Se lo consideraba uno de los mejores percusionistas del país.
En el año 2014, en Canal Encuentro se emitió el episodio “La historieta patagónica: el humor reflexivo” en el programa Continuará. Bajo la conducción de Juan Sasturain, el programa del que se emitieron 5 temporadas, estaba dedicado a publicaciones y autores del pasado y el presente de la historieta argentina. En el dedicado a la historieta en Patagonia nos entrevistaron a Carlos Casalla, Chelo Candia y a mí.
A los 90 años de edad seguía activo, movilizado por su espíritu juvenil. Un día del año 2017 se acostó y ya no despertó. Se fue en paz. Desde entonces para mí Bariloche no es lo mismo. Le falta la figura que era una de las almas de la ciudad y el vacío se siente.
Alejandro Aguado
“Viento Lindo” y “Agapito y Pulga”, dos clásicos del humor gráfico
El diario Clarín de Buenos Aires quedó en la historia de la historieta argentina cuando en los años ’70 modificó su contratapa, en la que publicaban tiras y viñetas de humor. Todos los trabajos eran de autores nacionales. Desde entonces los lectores comenzaron a leerlo por la contratapa.
Lo que se obvió es que algo similar ocurría en medios gráficos de las provincias de todo el país. Uno de muchos ejemplos lo protagonizó el diario Crónica de Comodoro Rivadavia (abarcaba el sur de Chubut y norte de Santa Cruz). Los trabajos convocantes eran viñetas unitarias de humor que abordaban temas de la actualidad. Entre 1968 y principios de 1973 Roberto Guerrero publicó el personaje “Viento Lindo”. Aparecía en la tapa del diario. Continuó dibujándolo hasta 1976 en El Patagónico, la competencia de Crónica. Viento Lindo, en su aspecto, se asemejaba a Patoruzú, muy de moda por aquella época. Al ser un personaje publicado en un diario regional debía tener anclaje con la zona. Resultaba lógico que eligieran un tehuelche como personaje, uno de los habitantes originales de la región. El dibujo humorístico de Guerrero era sintético y muy estilizado. Era el acorde para el espacio que le brindaba una viñeta (un solo cuadro diario), en que debía editorializar sobre un tema de actualidad. El autor dejó de realizarlo cuando se mudó a otra ciudad, situada en la cordillera de los Andes. El personaje gozó de gran popularidad.
En 1980 el ingeniero Osvaldo Mosconi presentó en Crónica la idea de desarrollar un personaje humorístico que cubriera el vacío que había dejado Viento Lindo. Probaron diferentes diseños hasta que aceptaron uno caracterizado como un hincha de fútbol. Para la versión definitiva introdujeron cambios en la vestimenta con la finalidad de abarcar a un sector más amplio de la población. Lo vistieron con un mameluco de trabajo, pero al estilo norteamericano. En vez de ser entero lleva los hombros descubiertos, como si fuera una jardinera. Remitía a un “laburante”, a alguien del pueblo. El 13 de diciembre de 1980 el diario lanzó un concurso para que los lectores eligieran el nombre al personaje. La publicidad invitaba: “Piense un nombre y mándelo a Crónica! Gánese… Un millón de pesos Ley”. El ganador fue “Agapito” y para fin de mes se comenzó a publicar. En 1981 se sumó un perrito. La presencia de dos personajes enriqueció la viñeta y fue tan buena la repercusión que en febrero de 1982 se rebautizó como “Agapito y Pulga”. Abordando temas en tono crítico e irónico, el dúo tuvo gran aceptación. Era común que, al igual como sucedía en Clarín, los lectores se dirigieran de inmediato a la viñeta para ver qué tema trataba.
Viento Lindo en 1968 |
La viñeta resultó un registro de las problemáticas de la región y sus principales protagonistas. Entre Viento Lindo y Agapito y Pulga existió continuidad en las temáticas que abordaron. Al analizar las viñetas resulta un tanto perturbador verificar cómo son las mismas desde hace 60 años. Por ejemplo, los cortes de agua y las roturas del acueducto que surte a Comodoro Rivadavia – Rada Tilly y Caleta Olivia (Santa Cruz). La periódica falta de presupuesto, problemas de infraestructura e insumos del Hospital regional. Lo dibujaba como un elefante blanco, raquítico y lastimado. El desastroso estado de calles y rutas. La temática vial, en lugar de resolverse, empeoró con una ciudad colapsada. Los movimientos de suelo del cerro Chenque. La falta de viviendas y tierras para edificar. Los problemas relacionados con el suministro de servicios. Los políticos y las sucesivas crisis económicas y sociales también fueron recurrentes. El único tema que dejó de citarse fue el de la extensión del puerto de la ciudad, que estaba inconcluso desde hacía décadas. Terminarlo era uno de los temas de campaña de los políticos. A principios de los ’90 un gobernador encaró la obra y la concluyó. Ya no pudieron utilizarlo para las campañas. El fútbol fue otro de los temas que tuvo amplia presencia.
Se publicaba en una página dedicada a tiras y viñetas de humor gráfico. Compartía espacio con personajes como Mafalda de Quino, Fabian Leyes de Rapela, De la crónica diaria de Dobal, Vida diaria de Sendra, chistes de Basurto y diversos títulos que fueron sucediéndose. La última incorporación de impacto fue el personaje de origen chileno Condorito. Agapito y Pulga le dieron la bienvenida en una viñeta. Todas las tiras eran compradas a agencias que abastecían a los diarios de las provincias. El dúo era el principal convocante de la página.
La repercusión se la percibía en la vida cotidiana de la ciudad. En comercios, talleres mecánicos o en oficinas de instituciones se podían ver viñetas recortadas del diario y pegadas en vitrinas, escritorios, muebles y paredes. Agapito y Pulga protagonizaban murales dispuestos por toda la ciudad o bien algunos comercios llevaron sus nombres. En uno de los festejos de primavera realizados por los colegios secundarios, una carroza presentó a los muñecos de los personajes hechos en tamaño gigante. El talentoso escultor José Calico los inmortalizó con una escultura de hierro.
El autor trató de pasar desapercibido, desdibujándose en el alias de Pelayo. Pero la repercusión de su creación terminó por hacer público que el autor era el ingeniero Mosconi, un docente universitario. Desde los medios de comunicación lo entrevistan con frecuencia.
En el año 2003 el autor publicó un libro con una selección de viñetas comprendidas entre los años 1980 y 1991. Se llamó “Agapito, Pulga y el nacimiento de una irónica crítica”. En una edición de la Feria del Libro de Comodoro Rivadavia, en un stand de la editora La Duendes, en el que compartimos espacio con el escritor Hugo Covaro, lo tuvimos a la venta. Resultaba muy impactante cómo lo buscaban los lectores, se vendía de forma incesante. Hoy está agotado.
La página de humor e historieta del diario Crónica (Chubut y Santa Cruz) en 1988. |
A Guerrero lo busqué y entreviste en El Bolsón, donde tenía una vidriería. Lo gratificó saber que lo recordaban. Me facilitó trabajos nuevos para publicar en “El Espejo. De los dibujantes del sur”, publicación que por entonces coordinaba en el diario Crónica. Nos mantuvimos en contacto durante algún tiempo.
Mosconi, con motivo de una campaña política para unas elecciones en 1995, junto a Agapito y Pulga incluyó a Condorito y a mi personaje Chiri Von Fiesta (se publicaba en el suplemento joven Aerosol, del diario Crónica). El motivo fue satirizar la campaña real con el ficticio “Partido Humorista Unido”. Fue una muy grata sorpresa y en cierto modo un reconocimiento a la repercusión que tenía mi personaje. Siempre le estaré agradecido. En el año 2019 pude retribuirle la gentileza. Realicé la ilustración para la gráfica de la Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia. Los protagonistas fueron los personajes de historietas y humor que vivieron en los diarios regionales desde los años ‘60. Entre ellos estaban Viento Lindo y Agapito y Pulga.
Agapito y Pulga y mi personaje Chiri Von Fiesta, en 1995. |
El padre de Agapito y Pulga falleció el 27 de julio de 2012 en un accidente automovilístico. Cuando la gente siente como propios a los seres de tinta y papel pareciera que toman vida, que fueran de carne y hueso. Con la partida del autor, la región también perdió a dos amigos entrañables.
Lamentablemente, en una costumbre que se acentúa con los años, de valorar lo foráneo e ignorar los talentos locales, desde las instituciones pertinentes no se le realizó a los personajes y a su autor el reconocimiento debido. Desde hace años una escultura de gran tamaño debería recordarlos dispuesta en algún sitio de importancia de la ciudad. Fueron personajes/personalidades ilustres y merecen ser recordados. También son parte de la historia de la historieta nacional.
Alejandro Aguado
Una de las imágenes de la gráfica para la Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia, en 2019. |
HECTOR REINNA, UN PROTAGONISTA DE ÉPOCAS DORADAS DE LA HISTORIETA ARGENTINA
En el año 2009 participé con un stand de la editora La Duendes, en el Festival de historietas Dibujados, en la ciudad de Rosario. En esa ocasión conocí a Héctor Reinna. Se acercó al stand en el que nos encontrábamos conversando Sergio Mulko (dibujante de Nippur de Lagash), José Massaroli y Esteban Tolj. Recién se retiraba Eduardo Risso, autor hoy de renombre internacional. Reinna se presentó como “ex” dibujante. Llevaba tres décadas sin dedicarse al oficio. Le pedí que cuente acerca de su trayectoria. Se convirtió en el centro de atención cuando enumeró las revistas en las que trabajó y los dibujantes que conoció o con los que colaboró. Teníamos delante a un protagonista y testigo de épocas doradas de la historieta argentina. Para aprender y valorizar la tradición de la que formamos parte los autores actuales, conviene estar dispuesto a escuchar. Para ahondar en su historia continuamos la charla en una confitería. Nos acompañó Osvaldo Laino, otro autor de la edad de oro y promotor de la revista Dibujantes. Publicada en la década del ´50, fue la primera dedicada a los dibujantes e información sobre el ambiente de la historieta.
Como muchos otros dibujantes, Reina comenzó su carrera en diarios de las provincias. En su caso, de la ciudad de Rosario. A mediados de 1950 ganó un concurso que le posibilitó ilustrar libros para una editorial de Buenos Aires. El reconocimiento le valió que lo convocaran del diario Clarín. Debía hacer dibujos de humor. Con muestras de esos trabajos se presentó en la editorial de Dante Quinterno, que editaba las revistas Patoruzú y Patoruzito. Eran semanarios impresos en formato grande que presentaban humor gráfico e historietas de humor y aventuras. Las realizaban un amplio staff de autores. Patoruzito fue la primera revista en los años ‘40 en que la mayoría del contenido se generaba en el país. Tiraba 300 mil ejemplares por semana.
En el stand de La Duendes en Dibujados, Rosario. De izq. a der.: Aguado, Massaroli,..., Reinna y Mulko.
Le llamó la atención quien lo recibió en la redacción. Su aspecto era muy desaliñado en la vestimenta y con barba de varios días. Al ver las muestras, le dijo: “Ah, vos hiciste estos dibujitos. Qué linda manchita que tenés, me gustan mucho. ¿Querés ser mi ayudante?” A lo que Reinna le preguntó: - “¿y vos quién sos?”, - “Soy Joao (Mottíni), el que hace las tapas”, le respondió. Se trataba del dibujante brasileño Joao Mottini, considerado uno de los maestros de la época. Al día siguiente se presentó en lo que creía sería el estudio de Mottini. Residía en un departamento de pasillo con una escalera de metal toda oxidada, en un cuartito de tres por tres metros. Los muebles consistían en una mesa grande de dibujo, una silla y un ropero viejo y en mal estado. Reinna aclaró: “Él, como todos los genios, era muy mañero. Dibujaba tres o cuatro horas por día, no le interesaba el dinero. Así me empecé a relacionar con él. Una vez (Mottini) me dijo que me quede a almorzar y sacó una botella de vino. Era todo lo que había. Con Hugo Pratt se reunían y jugaban a ver quién tomaba más. Se bajaban tres o cuatro botellas de vino cada uno. Joao era muy bohemio”. Como su ayudante, trabajó haciendo tintas y fondos del personaje Cruz Calaveras.
Inserto en el ambiente profesional del dibujo, conoció y trató a autores que hoy integran el panteón de los próceres de la historieta nacional. Tales como Hugo Pratt (Corto Maltés, Sgto Kirk, Enrie Pike), Alberto Breccia (Mort Cinder, Sherlock Time), Ferro (Langostino, Pandora, etc), Abel Ianiro (Tóxico y Biberón, Purapinta), Dante Quinterno (Patoruzú, Patoruzito), Calé (Buenos Aires en Camiseta, en Rico Tipo), Torino, Bruno Premiani, Tulio Lovato (uno de los principales dibujantes en las sombras de Patoruzú), entre muchos otros. Eran tiempos en que la historieta se producía de forma industrial. Los autores estaban al servicio de los personajes. El ritmo de trabajo podía llegar a agotarlos. Dio algunos ejemplos: - “Un tipo que se hartó de dibujar era Ianiro. Lo encontraba en un subte de Diagonal Norte (Bs As) y decía: Estoy podrido, entro a las nueve de la mañana y salgo a las cinco de la tarde. No doy más. Era gente que no tenía un mango, lo único que tomaba era el subte”. Las series más conocidas creadas por Ianiro fueron Purapinta (en Leoplán y Rico Tipo en la década del ‘40), Tóxico y Biberón (en Leoplán) y Marmolín (en Rico Tipo).
Tulio Lovato fue uno de los principales dibujantes de Patoruzú, aunque siempre figuró la autoría de Dante Quinterno (el creador). Al respecto, ahondó Reinna: “Él tenía un profundo conocimiento de todo lo que fueran embarcaciones, le gustaba ese tema (realizaba en línea realista la serie Rinkel el ballenero). Pero era un tipo que estaba harto de dibujar. Le tenía bronca, lo detestaba a Patoruzú. Bueno, llevaba quince años haciéndolo”.
A otro autor que frecuentó fue a Calé (Alejandro del Prado), nacido en Buenos Aires pero criado en Rosario. Creó la serie costumbrista “Buenos Aires en Camiseta”. En lo que consideraba un atrevimiento juvenil, le señaló a Calé que su éxito le resultaba inexplicable porque lo que reflejaba en sus viñetas no se correspondían con las costumbres de la ciudad de Buenos Aires, sino que eran las de Rosario. También comentó que su dibujo, muy prolijo y detallado, poco tenían que ver con sus hábitos: “Un día lo visité en la pensión que vivía. Era un desorden total. No sabías dónde terminaba la mesa de dibujo y empezaba la cama. Sus trabajos y él eran todo lo distinto”.
En 1974 conoció a una mujer francesa y a los 45 días se casaron. Se mudó a Tres Arroyos, donde ella residía. Mottini lo ayudó para que se fuera con trabajo. Le concertó una entrevista con el dibujante y editor Héctor Torino, que lo aceptó tras unas pruebas. Durante dos años realizó los lápices de la serie “Don Nicola”. El personaje que contaba con revista propia y fue un gran éxito.
Transcurridos los años le fue muy bien con las historietas. Sus personajes Batute y Batata se publicaron con muy buena repercusión en México. Desde ese país le ofrecieron que se mudara para dibujar la reconocida serie de animación Tom y Jerry, pero no viajó por el nacimiento de su hijo. Tiempo después se dedicó a la enseñanza en la Universidad de la Plata. Finalmente, la vida lo llevó a abandonar el dibujo.
Como muchos otros autores de su generación, se puso al servicio de los personajes que dibujó. Quedó en un segundo plano. Ese era el motivo por el cual no lo conocían sus colegas actuales. Me pareció una pena que un autor con su experiencia abandonara lo que le cautivaba. Era un talento perdido. Como estaba jubilado, le sugerí que retome por el gusto de dibujar. Que encarara una obra personal sin condicionamientos comerciales. Poco después me contactó para sumarse a las publicaciones de La Duendes, tanto en papel como en formato digital. Me confesó que, pese al entusiasmo, la falta de práctica le había endurecido la mano. Con el transcurrir de los meses ganó soltura y su trazo retornó al nivel profesional. Para adaptarse a los nuevos tiempos, comenzó a estudiar computación con Gerardo Romagnoli, quien también le coloreaba sus trabajos de forma digital. Estaba feliz y se notaba. En todos los rubros del arte la experiencia suele ser más importante que la edad. La práctica continua eleva la calidad de la obra.
Pese a estar tantos años alejado de la profesión, su personalidad inquieta y juvenil hacía que su trabajo resulte innovador.
Me llamaba por teléfono con cierta frecuencia. Lo reconocía de inmediato por su forma de modular y su característico: - “Hooooola Alejaaandrooo”. Me recordaba, según sonaba en viejas películas en blanco y negro, a como hablaban y entonaban los actores y locutores de las décadas del ‘40 y ’50. Era lindo escucharlo. Luego me bombardeaba con una andanada de ideas y propuestas. En varias ocasiones me envió de regalo ejemplares de las revistas Patoruzito, Rayo Rojo y algún libro, para que conociera en profundidad la edad de oro que me había descrito. Son joyas del pasado que hoy atesoro.
Entre los años 2009 y 2016, en el sitio Historieta Patagónica, realizado por La Duendes, canalizó varias series. En Batute y Batata retomó sus personajes de décadas atrás, adaptados a los nuevos tiempos. “Guapos y Tangueros” consistió en humor relacionado con la cultura tanguera. “El Conventillo Aéreo” fue una especie de “Conventillo de Don Nicola”, pero adaptado a las vivencias del presente de los habitantes de un edificio de departamentosl. “Humor Marciano” apelaba a un humor extravagante para aludir a la actualidad. En “Hueso Clavado” parodiaba el género gauchesco. “Héroes del Cómic” era otra parodia referida a los súperhéroes, contrapuesta a los personajes de factura nacional. “Chicas de Venus” era humor de ciencia ficción ejecutado con un estilo de dibujo vanguardista, en que el diseño de página y el color jugaban un importante rol. Las mujeres fueron protagonistas en “Chicas de Venus” y “Libertad Rodríguez”. El Rock argentino también contó con su serie.
En sus páginas abundaban las citas a la cultura popular, a personajes ficticios y reales del presente o el pasado, ya sean en los dibujos o en fotos que integraba a las historietas. Tales como Pedro Picapiedra, Patoruzú, Súperman, Bátman, La mujer maravilla, El hombre araña, Lindor Vocas, El Cabo Savino, Purapinta, Don Nicola, Afanancio, Piantadino, Capicúa, Cara de Ángel, Fiaquini, Isidoro y Langostino. Muchos de los personajes nacionales, pese a su popularidad en décadas pasadas, deben resultar desconocidos para los lectores más jóvenes. Entre las personalidades se contaban Leonel Messi, Sandro, Gardel, Miguel del Sel, Belgrano, San Martín, Salvador Dalí, Monzón, Lanata, Sarmiento, Fangio, Pappo, Hilda Lizarazu, Ivan Noble, Pajarito Zaguri, León Gieco, Litto Nebia, Fabiana Cantilo, entre otros. Varios de sus colegas también aparecieron en sus historietas: Divito, Torino, Mazzone, Osvaldo Laino, William Gezzio (dibujante uruguayo), Toto y quien esto escribe. Para la etapa de La Duendes abandonó el dibujo de humor que se practicaba cuando trabajaba como profesional, el que se caracterizaba por ser despojado, sintético y de trazo elegante. Optó por uno más espontáneo, acorde con el nuevo siglo.
Al volver de un viaje a Buenos Aires, Gerardo Romagnoli fue al domicilio de Héctor para seleccionar los trabajos que enviarían esa semana a La Duendes y dictarle una clase de computación. No lo atendió ni contestó el teléfono. Cuando se comunicó con el hijo, supo de su muerte. Reinna falleció el 23 de junio de 2016.
Se lo anunció en los sitios de La Duendes. La noticia causó conmoción. Cada vez que un autor de historietas fallece se difunde en redes sociales y si era famoso se publica en diarios de distribución nacional. Luego, en la mayoría de los casos, sus trabajos quedan relegados al olvido. Son pocos los autores cuya obra sigue circulando o reeditándose tras su muerte. Para que los trabajos de Reinna en La Duendes trascendieran su partida, se los siguió publicando por períodos. Algunos, que había realizado en blanco y negro para las ediciones en papel, se colorearon. El último que apareció fue el 22 de septiembre del año 2021.
Alejandro Aguado
Los trabajos de Reinna se pueden ver en: https://historietapatagonica.blogspot.com/search/label/reinna